La piel azul

Otra noche más frente a la televisión, el trabajo quedó atrás y solo nuestros pies reposan sobre la mesa ante nosotros, descansados, uno junto al otro. Sin ganas de más solo el uno al otro.
Sin más preocupación, el uno y el otro.
Salvamos la noche con una cena agradable en un viernes como otro cualquiera en aquel, nuestro sofá, lleno de recuerdos y de pasiones.
Su mano se encontraba rodeándome mientras yo me escondía bajo su brazo apoyada sobre su pecho, subiendo y bajando al ritmo de su respiración. Noté como se me herizaba el bello con aquellas caricias que me daba con las yemas de los dedos, tan suave y relajante fué subiendo hasta mi cuello enredándose en mi pelo para llegar a mi oreja y la pellizcó. Volvió a bajar hasta mi brazo, siguió rozándo mi piel con cuidado. Jamás me cansaría de aquellas sencillas caricias.
Levanté mi vista y pude ver el color azulado de su piel envuelta en el ambiente de aquella noche, de aquella luz. Seguía inmerso en aquellas imagenes, con la mirada cansada, pero yo no podía apartar la vista de su perfíl. No podía dejar de mirar sus labios y el movimiento de su garganta tragando saliva, su lengua humedeció sus labios y no pude dejar de imaginarmela recorriéndome entera. Acerqué mis dedos a su boca y jugué con sus labios. Todo aquello era ipnótico, le miraba como si fuese la última vez. Le admiraba, le había puesto un pedestal tan alto que a veces lo veía inalcanzable. Pero realmente era mío, solo mío y aquella noche me apetecía solo para mí. Así que besé su cuello, tan fuerte, ese cuello que me vuelve loca y que me encanta morder con dulzura esté donde esté.
Su mano se acercó ahora a mi cintura agarrando fuerte la tela de mi camisón, aflojando cuando paraban mis besos y volviendo a estrujarme entre sus dedos cuando mordía aquella piel tersa.
Se giró para besarme, no habló, solo me miró y me besó en la frente con cariño, apretándome contra él más todavía. Llevé mi mano a su rostro y le acerqué a mi boca, solo quería un beso más, solo me bastaba eso y le besé en la boca con ganas, primero con la boca cerrada y poco a poco fuí separando mis labios entrelazándolos con los suyos. Conocía cada movimiento pero lo disfrutaba como el primer día. Su lengua tenía el mismo sabor de siempre. No había cambiado nada.
Me excitaba poco a poco y sin prisas, todo era placentero. Notar como cada vello de mi piel se levantaba lentamente y como mi corazón se aceleraba sabiendo que sería mio una vez más. Que dedos tan maravillosos, largos y fuertes que me agarraron el cuello mientras aquel beso duraba y duraba.
Metí mi mano bajo su jersey para palpar su pecho, me temblaba la mano a pesar de estar tan segura, cada vez iva mas rapido pero no quería dejarme llevar tan pronto. Aquel beso interminable seguía invadiéndo no solo mi boca. Un escalofrío me recorria desde el pubis hasta la nuca, donde su mano jugaba con mi cabello suavemente. Me iva excitando cada vez más, llevó su mano hasta uno de mis pechos y lo rodeó lentamente, cogiéndolo somo si fuera lo mas valioso que pudiera tener entre sus manos. Sus dedos resbalaban sobre mi piel con facilidad, cada poro le daba paso, tenía el permiso de mi cuerpo para adentrarse donde quisiera.
Y mientras aquel beso seguía sin extinguirse.
Casi sin darse cuenta su cremallera apareció abierta por mis manos impacientes que se adentraron en su pantalón para notar como crecía aquel pene maravilloso. Me encantaba notarlo bajo al tela, queriéndo escapar, deslizando la palma de mi mano de arriba abajo.
De repente me tendí sobre el sofá a esperarle, apoyé mi cabeza sin dejar de mirar como su boca abierta se había quedado sin beso en un segundo, abrió los ojos y me sonrió mientras se acercó a mi de nuevo.
Mi camisón subía por todo mi cuerpo desnudándome y volviéndome azul, el azul de un viernes frente a la televisión, cansados y ¿aburridos?.
Solo quedaba mi tanga molestando en aquella historia, que se deslizó en cuanto sus manos lo tocaron, parecía que aquel pequeño trozo de tela cumpliera sus ordenes, bajando por mis muslos, enrrollándose sobre si mismo, no sé donde acabó, sigo sin encontrarlo...
Vi como el se quitaba la ropa, tirándola luego al suelo, deshaciéndose de cojines, quitando el sonido de la televisión para dedicarse solo a mi.
Su piel estaba caliente y le abrazé sobre mí agradeciéndo su calor con otro beso. Bajó hasta mi cuello y siguió besándome tan suave...siguió hasta mi pecho tan caliente... recorriendo mis pezones y jugando con ellos, eran suyos, toda yo era suya desde siempre.
Mi ombligo temblaba escapando de su lengua sin conseguirlo y él volvió de nuevo a mi boca acariciándome la cara. Así de cerca pude notar la dureza de su pene entre mis piernas, rozándose contra mí y esperando entrar. Agarré su trasero a la vez que abría más mis piernas, le quería allí, dentro de mí de una vez por todas, una impaciencia absurda pero inevitable. Le empujé hacia mí tan suave y notando cada milimetro que se adentraba en mí, con mis ojos cerrados y notando su aliento en mi cuello. Creí correrme en ese instante mismo. Le cubrí con mis piernas, cruzadas sobre su espalda mientras el me cogía de una mano y jugaba entre mis dedos agarrándolos con fuerza. Me miraba a los ojos, me hacía el amor con la mirada, la misma mirada que me había desvirgado años atrás. Se balanceaba sobre mi tan suave, solo como el sabía hacerlo, tan dentro de mí con un sutil movimiento, pero tan certero que así, tan cerca de mi cuerpo y sus ojos pegados a mi se estrechaba contra mi pubis rebuscando mi clítoris sin prisas. Y allí se quedó, tan cerca, con su pecho pegado a mi y oprimiendo mi respiración en silencio.
Rodeé su rostro con mis manos diciéndole a quellos ojos, sin una sola palabra: "¿Te das cuenta mi amor, ves como me tienes, ves que me vuelves loca?".
Supe al instante que me había entendido, besó de nuevo mi frente, mi sien, mis parpados, mis mejillas sonrojadas, las comisuras de mis labios con aquellos besos blandos y esponjosos.
Y así una vez más, concentrada en su cuerpo sobre mí, abierta a el y sus deseos, me esperó casi sin conseguirlo. Suspiré de placer soltándo el aire de mis pulmones, clavando mis uñas en sus brazos, moviendo mis caderas de arriba a abajo, volviéndome loca del todo tal como le dijeron mis ojos y al segundo noté el calor que me invadió al correrse en mí.
Que maravilloso tenerle tanto, era mío y yo era suya, para siempre, recorriéndome de escalofríos y disfrutándonos el uno al otro. Como siempre me hizo el amor,nada más...

Read More

El sabor de otra mujer

Sonaba la música, atronadora atravesaba mis oidos. Las luces me confundían y un monton de colores cruzaban mi retina. Había perdido uno de mis pendientes, destrozado la tapa de uno de mis tacones y apenas quedaba rastro ya de mi carmín, desgastado por unos labios que encontré en aquel local plagado de montones de chicos con unas cuantas copas de más...al igual que mi amiga y yo.
Entre beso y beso de aquel desconocido pude encontrar la mirada de mi amiga, que sonreía ante la escena, parecía que todo aquello le divertía. Separé mis labios de aquel chico y le devolví la sonrisa, pude ver como ella bailaba consigo misma, como al rozar sus manos contra su cintura el vestido se subia sobre sus muslos sin apartar su mirada de mí. Aquel desconocido no se dió cuenta de nada, solo se debatía entre la decision de atacar de nuevo mi boca o lanzarse sobre mi cuello, mientras yo, sin saber porqué no pude apartar la mirada de ella. Vi como se movia al ritmo de la música y como un monton de ojos deseosos la comían con la mirada. Siempre había sido la guapa del grupo, la que se traía a todos de calle, la que con un simple chasquido tenía a quien quisiera a sus pies, con esa larga melena de pelo ondulado, brillante como sus ojos claros en perfecta combinación con el vestido de aquella noche que jugaba una y otra vez con sus caderas moviéndose de un lado a otro.
Mientras, yo seguia atrapada en los brazos de aquel chico del que no recordaba siquiera el nombre, despistada por el embrujo de mi amiga me separé de él y me acerqué a ella. En ese momento me dí cuenta de que la deseaba. Bailamos una junto a la otra hasta que aquel chico sintió que aquella noche podríamos ser tres y se acercó a nosotras. Mi amiga le apartó con la mano -"
Lárgate capullo"- Las dos nos acercamos cada vez más. Metí mis dedos entre sus rizos y los apreté con fuerza mientras nuestros pechos chocaban en aquel baile. Sabíamos que éramos el blanco de aquellas de miradas lascivas asi que en busca de algo mas de intimidad decidimos marcharnos a casa.
Quizás fué el alcohol o el puro vicio, pero nunca me sentí más segura de lo que hacía, conocía perfectamente aquel cuerpo, lo había visto miles de veces: en las duchas del gimnasio, en el cuarto de baño, frente a mi armario revolviendo mi ropa y ahora la tenía sobre mi cama otra vez desnuda pero ahora más que nunca.
Ya conocía sus besos tras miles de juegos de infancia aunque su lengua aquella noche me había vuelto loca y había jugado con la mía como nunca. Empezó por humedecer mi boca llenándola de saliva, fueron besos obscenos y resbaladizos, nos mordimos los labios con fuerza hasta dolernos pero aquello sólo no nos llegaba y nuestras manos se abalanzaron sobre nuestras tetas ya que las dos sabíamos lo que hacía falta. Eramos dos mujeres que conocen su cuerpo y nos dedicamos a darnos lo que nos gustaba.
Sobre mi cama, sobre aquel edredón resbaladizo nos quitamos la ropa impacientes, nada de juegos, fuimos al grano. En segundos sus labios se encontraban lejos de mi boca, se olvidaron de mis pezones y fueron directos a mi pubis con unos delicados besos sobre la fina linea de bello, un par de mordiscos, otros tantos lametones por toda la piel, su lengua puntiaguda perfilando mis ingles, bordeando el contorno de mis piernas totalmente abiertas, tenía la piel de gallina.
Las dos estábamos nerviosas, impacientes y cuando no pude más cogí con fuerza un mechón de su cabello y la guíe hasta mi clítoris, para que lo saboreara con aquella lengua juguetona.
Tenía la lengua caliente, noté su calor y su humedad posada sobre mi, me sentí cual helado derritiéndose en el verano, lamida por una mujer golosa. Más que golosa, viciosa.
Su lengua pegada a mi clítoris, blanda, notando como se asomaba, sin moverse, con la boca abierta, note el calor de su aliento y como su saliva resbalaba hasta llegar a mí empapándome y mezclándose conmigo. De repente se separó de mí y se volvió dura para jugar con mis labios, subía y bajaba mientras yo me agarraba con fuerza al colchón. Alzé la vista y pude ver como ella se tocaba a la vez que me chupaba. Metió la mano entre sus piernas y se puso a juguetear un rato sin dejarme de lado, metió sus dedos dentro y gimió con fuerza con mi coño pegado a su boca, me empapó de saliva, me estaba volviendo loca y no podía dejar de observarla, ver como el movimiento de su mano hacía temblar todo su cuerpo, sus pechos chocando entre sí.
Quise acercarme para tocarla pero se negó, sacó sus dedos y se acercó a mi. Su pelo largo rozaba mi cara, estaba muy cerca y me besó con fuerza, metió hasta el fondo la lengua que había jugado conmigo y pude notar mi propio sabor. Después rozó mis labios con los dedos que le habían dado tanto placer y decidida abrí la boca y los chupé con ganas mientras no apartaba la mirada de ella, se mordía el labio inferior con fuerza y sus ojos no se apartaban de mí. En ese momento dije:
"Déjame a mi". La tumbé sobre la cama y me arrodillé en el suelo, quería probarla, quería saber de que sería capáz, si podría hacer disfrutar a una mujer igual que a un hombre y me acerqué a aquel coño desnudo y brillante sin un solo bello y empapado, besé aquellos labios chupándolos con cuidado, tirándo de ellos cogidos entre mis labios y noté que le temblaban las piernas. Quería más y lo sabía, lo sabía perfectamente. Posé mi lengua sobre el lamiendo de arriba a abajo, lentamente, concentrada en escuchar cada gemido, como tragaba saliva. Humedecí mis dedos en la boca y los acerqué a sus pezones, los agarré jugándo con ellos un buen rato mientras no separaba mi lengua de su clítoris que se asomaba sin miedo. Comenzé a mover la lengua más rápido, de lado a lado, chocando con sus labios, cambiando el ritmo, desesperándola. Se correría cuando yo quisiera.
Acaricié su cintura, su ombligo y noté como se tensaba todo su cuerpo, noté como aguantaba la respiración. No me engañaría, era una mujer al igual que yo, pero de las dos era yo la que mandaba ahora. Paré en seco y suspiró asustada:
"¡No pares!".
Volví de nuevo con mi mano sobre su pubis y mi pulgar acariciándole de lado a lado mientras mi lengua buscaba nuevos rincones. Curiosa decidió adentrarse en su agujero, mi lengua afilada adentrandose en ella, gritó de placer y me agarró la cabeza empujando hacia abajo para que me adentrara mas todavia. Pude escuchar como como se le escapaban una y otra vez:
"Si si si siii..."
Muy bajito casi no la escuchaba enredada entre sus piernas que comenzaban a apretar fuerte mi cabeza. Seguí con mi lengua allí metida moviéndola dentro de ella y mi mano acariciándola hasta que noté que no podía más, se iva a correr y yo cada vez me excitaba más. Seguí moviéndome, llenándome de saliva, apretándo su clítoris con fuerza, escuchando sus agudos gemidos, siguiéndola en los espasmos de sus piernas para no perderla y de repente un grito fuerte, su cuerpo tenso y duro y sus labios latiéndo bajo mi boca una y otra vez, muy rápido y su respiración acelerada, cansada y rendida. Lo había conseguido, le dí el placer que me pedía y lentamente volví a la cama subiendo hacia ella recorriéndo su cuerpo a besos.
Comenzó a lamer mi boca cuando me subí sobre ella, mis manos sobre la cama y las suya agarradas a mi culo, empujándome contra ella. Me apreté fuerte, notando aquella piel suave sin rastro de pelo y resbalando contra ella me balanceé con ganas, no podía más, necesitaba un orgasmo. Agarró mis tetas y cerré los ojos, levanté la cabeza. Sabía que ella me miraba, quería que me corriera sobre ella y cunplí su deseo. Apoyé mis manos en su vientre y seguí moviéndome cada vez más rápido arrastrando mis coño sobre su pubis y no lo retardé más, me corrí con ganas, mordí mis labios tan fuerte que abrí una herida sin darme cuenta. Agotada me acerqué a ella que lamió mis labios suavemente curando mi herida. Me acarició con ternura, nos reímos con complicidad y nos dormimos esperando un sueño que jamás superaría la realidad de aquella noche.

Read More

"Esta boca es mia..."


"Las mujeres son capaces de fingir un orgasmo, pero los hombres pueden fingir una relación entera."
Sharon Stone

"Cuarenta y cinco años mastúrbandome y sigo sin tener fuerza en la mano."
Billy Wilder

"¿Conoces esa mirada que tienen las mujeres cuando quieren sexo contigo? Yo tampoco."
Steve Martin

"Las mujeres necesitan una razón para tener sexo. Los hombres sólo necesitan un lugar."
Billy Crystal

"Masturbarse es hacerle el amor a la persona que uno más quiere."
Woody Allen

"Creo que el sexo es una cosa hermosa entre dos personas. Entre cinco, ya es fantástica."
Woody Allen

"Clinton mintió. Un hombre puede olvidar donde aparcó el coche o dónde vive, pero jamás olvidará una mamada… no importa lo mala que haya sido."
Barbara Bush (Ex Primera Dama de los Estados Unidos)

"El sexo sin amor es sin duda una experiencia vacia, pero como experiencia vacia es de las mejores."
Drew Carey

"El problema es que Dios le dio al hombre un cerebro y un pene, y sólo suficiente sangre para que funcione uno a la vez."
Robin Williams

"Existen dos cosas muy importantes en el mundo: una es el sexo,de la otra no me acuerdo."
Woody Allen

"¿Es sucio el sexo? Sólo cuando se hace bien."
Woody Allen

"Solo hay dos cosas que un hombre y una mujer pueden hacer en un día de lluvia. Y a mi no me gusta ver televisión."
En el calor de la Noche

"El amor es la respuesta, pero mientras usted la espera, el sexo le plantea unas cuantas preguntas"
Woody Allen

"El sexo es la broma más grande que Dios ha hecho a los seres humanos."
Bette Davis

"El sexo es lo más divertido que se puede hacer sin reír"
Woody Allen

" El sexo es una trampa de la naturaleza para no extinguirse."
Friedrich Nietzsche

" El sexo forma parte de la naturaleza. Y yo me llevo de maravilla con la naturaleza".
Marilyn Monroe

"Si crees que no puedo superar la fuerza de mi sexo, es que estas equivocado."
William Shakespeare

"Si vas a hacer algo relacionado con el sexo, debería ser cuanto menos genuinamente perverso."
Grant Morrison


Read More

Un recuerdo entre mis sábanas

Pasaron días en los que casi no pude dormir recordándo lo que sucedió aquella noche, como sin pensarlo siquiera, recuperé un trozo de mí que había olvidado por completo. Cada noche después del trabajo volvía a aquella cama donde me había hecho suya y donde me había descubierto que todavía existen cosas buenas en este mundo. Me acostaba en aquellas sábanas de seda blanca, suaves y frescas pero que ya no guardaban el calor de su cuerpo, sinó del mio, que seguía caliente tras solo recordar un segundo de nuestro encuentro, aquella locura que apareció de repente en aquella noche tras una triste cena, sola y olvidada del mundo.
De nuevo deseaba repetirlo, pero un pudor absurdo me agarraba fuerte a aquella cama, dejándome solo con su recuerdo e impidiendome volver a aquella mesa.
Me imaginaba entrando de nuevo en el gran salón, caminando lentamente, dejando resonar mis tacones en el ambiente, captando su atención. En mis delirios veía de nuevo aquellos ojos verdes que me excitaron al primer momento, y en mi cabeza planeaba la forma de volver a enredarme con él.
Era un sufrimiento noche tras noche, el deseo me volvía loca, no podía conciliar el sueño y cada vez que cerraba los ojos estelas verdosas cruzaban mi retina.
Durante días inhalé el aroma que su cuerpo había dejado entre los hilos entretejidos que formaban mis sábanas y reaciente a deshacerme de su embrujo una noche sucumbí a su suave llamada que se empeñaba en encontrar mis pezones con cada roze , erectos ante el recuerdo que en mi cabeza rondaba.
Comencé a deslizar mis manos tal y como el lo había hecho, a pellizcar las puntas hasta hacerme gemir a mi misma, me agarré del pelo tras la sensación de que simplemente con eso me correría, pero no quise.
Bajé y me acerque a mis bragas, metiendo mi mano lentamente por debajo, me acaricié despacio deslizando el dedo corazón de arriba abajo, justo en el centro mientras notaba como cada vez resvalaba con mayor facilidad, haciéndome sentir más aún cada movimiento de mis dedos. Me entretuve un rato hasta que decidí deshacerme de aquellas braguitas húmedas que acabaron en el suelo de mi habitación. Volví de nuevo a mi, era mi momento, estaba sola y excitada solo por un aroma.
Respiré hondo y me impregné de su olor, agarré fuertemente las sábanas entre mis piernas agarrándolas con las manos, las mordí de rabia, necesitaba su cuerpo y recordando el movimiento de aquellas caderas sin darme cuenta iva repitiendo ese mismo balanceo constante, reviviéndolo de nuevo en ese momento, con el suave movimiento de mis caderas. La seda se fué humedeciendo poco a poco y sin prisas yo seguí mi camino. Mientras con una mano tiraba con fuerza de la seda atrapada entre mis piernas, con la otra acariciaba uno de mis pezones con los dedos, en pequeños círculos que hubieran ipnotizado a cualquiera.
Solo pensaba en mi placer, de alguna forma una vez mas ese hombre me deshinivia incluso sin su presencia, haciéndome disfrutar de mi propio cuerpo como nunca lo había hecho hasta ahora.
Seguí adelante con mi ritmo, alargando el momento, no quería que aquello terminase todavia y cuando notaba que llegaba el final me relajaba y esperaba un poco más. Nunca pensé que conseguiría tal cosa, tras unos largos minutos de placer pero resistiéndome a su máximo esplendor, caí rendida en el extasis. Mis tobillos se apretaron el uno contra el otro, mis muslos se fundieron y con toda la fuerza que pudo ejercer mi cuerpo llegué al orgasmo gritando de madrugada una vez más, apretando los puños contra la seda de mis sábanas, arrugando el tejido entre mis dedos, embriagada y es que tan solo su imagen en mi cabeza ya me daba placer, como si su simple recuerdo tuviera manos y lengua y me ayudara en conseguir mi meta.

Read More

El Primer encuentro

Una noche me encontré sola, delante de la puerta de mi restaurante favorito, con mis mejores zapatos y la sonrisa perdida. Aquella salida nocturna obligada ideada por mi mejor amiga con la intencion de olvidar lo ocurrido supuso una lanza mas a mi orgullo herido. Sin quererlo me vi en la situación de abortar el plan ya que ella en el último momento había descubierto para esa noche una mejor compañía, esa de la que yo me habia desprendido hacia muy poco...realmente poco.
De nuevo ese orgullo del que hago gala salió a flote para convertirse en una de las mejores ideas que he tenido hasta entonces.
Decidida empujé la puerta del local y me acerqué hasta la mesa que siempre reservaba desde hacía cinco años. La carta apareció frente a mi poco después ofrecida por unas manos fuertes que llamaron mi atención. Alcé la vista para agradecer el gesto y un rostro nuevo me hizo sonreir. Nunca el color verde me habia parecido tan ipnótico y mi mano se quedó enganchada a las tapas de cuero que sostenian aquellas manos, la sonrisa fue la respuesta de una boca sugerente que se encontraba bajo aquellos ojos verdes. -"Le dejo unos minutos para que pueda decidirse"- Mientras se alejaba no puede dejar de observar su trasero, momento en el que me di cuenta de lo descarado de aquella situación, un par de segundos me hicieron falta para comprender que habia vuelto al mundo.
Casi sin poder concentrarme en los exquisitos platos que practicamente me conocía al dedillo, volvi a escuchar aquella voz:
-¿Sabe ya lo que tomará...o bien prefiere esperar a que llegue su acompañante?
-¡No no!, cenaré sola no se preocupe...traigame el salmón al vino...y una copa de Lambrusco.
-Muy bien...¿Desea algo mas señorita?
-Asi estará bien gracias...
De repente me sentí ridicula, no había mostrado ni el mayor interés, ni un deslíz en la mirada, y pensé que quizás no estuviera preparada todavía.
La copa de vino desapareció rapidamente, la primera y las dos siguientes que saciaron mi sed hasta que terminé de cenar. Practicamente la noche había transcurrido entre cruces de miradas, leves sonrisas, un absurdo juego de mi interés y la amabilidad de un camarero servicial. Sin más, hasta que pedí la cuenta con mis mejillas sonrojadas por el vino y practicamente la sala vacía a mi alrededor. Luces tenues me hacia recordar viejos momentos, que desaparecían en cada encuentro con aquellos ojos verdes, esta vez reflejados en la bandeja de plata que contenia solamente una nota "
invita la casa". No comprendí hasta ver de nuevo aquella mano fuerte.
-Me llamo Luis...
-...Elena.-pude decir mientras le estrechaba la mano-
-Estás invitada Elena.
Simplemente se dió la vuelta y fué en busca de mi chaqueta, el poco recuerdo de vivir estos momentos me hizo sentir entre halagada y apresurada por saber como reaccionar ante aquel detalle.
Una vez en la puerta sentí como se apagaban las luces tras de mi, me alejé unos pasos y encendí un cigarrillo, no sabía muy bien que hacer ahora y tras unos minutos, en el momento en el que mis zapatos aplastaban aquel cigarrillo contra el suelo me sobresaltó un fuerte golpe y me dí la vuelta.
Cual gato en un callejón oscuro, de nuevo aquellos ojos verdes me miraban.
-Disculpa, estaba desaciéndome de toda esta basura... suelo divertirme intentando despertar a la vecina del primer piso...¿has estado aqui todo este tiempo?
-No tenía muy claro donde ir....-él se volivió observando el interior del restaurante-
-Un momento, no tardo.
Poco después otra botella de vino se descorchaba, esta vez sobre la mesa del salón de mi casa. Entre las risas y tantos juegos de palabras mi cuerpo reposaba sobre la alfombra confundido por el alcohol. Se hizo el silencio, cerré los ojos y al volver a abrirlos aquellas manos tan bonitas, de piel morena, intentaban ponerme en pié.
Su cara quedó a unos centimetros de la mia, y esta vez pude ver claramente las intenciones de aquellos ojos que me miraban con interés, cada vez mas cerca hasta que no pude diferenciar nada. Desapareció el color verde de mi vista, cerre mis ojos para sentir solamente aquellos labios sobre los mios, notando cada movimiento, como mis labios se cruzaban con los suyos, como cada vez Luis abría más los suyos queriéndome atrapar en su boca. Noté su lengua probando la mía, noté sus manos confundidas sin saber a donde ir.
En ese momento me sentí totalmente segura y le guié bajo mi vestido. Comenzó apretando mis muslos mientras no dejaba escapar el sabor de mi boca ni un solo momento. Mientras, yo notaba la fuerza en sus brazos, como su piel se mostraba igual que ante el frío, erizada y temblorosa. Poco a poco lo arrastré hasta mi cuarto, cubierto de ropa por todas partes en mi larga decisión del vestido de aquella noche que de repente apareció entre otras manos, vi como lo dejaba caer al suelo y se confundía con el resto. Tiré fuerte hacia arriba de aquella camiseta negra dejándome ver aquel vientre plano, fuerte y con un color dorado que me volvió loca.
Mis sábanas seguían arrugadas sobre la cama y sin saber como, acabamos enredados entre ellas. Vi como la cremallera de aquel pantalón relentizaba toda aquella historia y le ayudé torpemente como pude, nerviosa y loca de deseo por ver aquel cuerpo desnudo de una vez por todas. Desapareció la ropa y la cortesía, los modales y todo lo aprendido por aquel camarero que me había servido aquella noche. Ahora tocaba disfrutar de nuestros cuerpos, tocaba besar aquel pecho que comenzaba a sudar debido al calor de aquella noche. Comenzé a resbalar sobre aquella piel y por un momento me agarró las manos fuertemente y me tumbó con mas fuerza todavía sobre mi cama besando mis pechos y rozando su lengua en mis pezones, tan duros como ya no recordaba. Noté el calor de su aliento en mi pecho, su saliva impregnando los pezones, mi vientre temblando, nervioso ante aquel hombre, mis labios palpitando y humedeciéndose cada vez más. Sabía que el notaba todo aquello y me dejé en sus manos, aquellas manos tan masculinas que separaron mis muslos suavemente para darme aún mas placer.
En el momento en que entró no pude evitar gemir sin saber siquiera lo que hacía, sin pensar me dediqué a tenerle dentro, a abrazar su espalda observando aquellos ojos, aquel color verde, me centré en su mirada, en como me deseaba y como me hacía sentir. Pude leer el deseo en ellos, casi sabía lo que pensaba y un "
si" fuerte se escapó de mis labios en el momento que mis manos agarraban su culo, que se apretaba a cada empujón.
Mis pechos se movían de arriba a abajo y pude ver como los seguía con la mirada casi sin perder el ritmo que llevaban en aquella carrera que se aceleraba más y más mientras se acercaba a mí. Sus caderas quedaron apretadas contra las mías balanceándose sin pausa mientras mis pezones quedaban atrapados entre sus dedos humedecidos al haber entrado antes en mi boca.
Gemía con fuerza, no me importaba no conocerle, simplemente me dejé llevar por el placer que me daba su cuerpo. Me agarré con fuerza a la cama, respiraba cada vez mas rápido, los músculos de mi vientre se apretaban y no se de que forma pude notar los impulsos de mi coño en el momento que recibí el orgasmo mas espectacular de mi vida, note cada latido, el calor y la humedad a la vez que mi espalda se curvaba sobre el colchón. Aquel pene resbalaba ahora dentro de mí con un deseo cada vez más vivo, de modo que cada embestida fué más rápida y su fuerza en aumentoí dejando asi paso a un ritmo acelerado de palmadas contra mis nalgas que resonaban en mis oídos. Fué un bello aplauso para el final de una hora ardiente en la que me encontré envuelta en los deseos de un hombre que ahora se encontraba exhausto sobre mi cama con una respiración acelerada y unas pupilas dilatadas invadiendo el color de aquellos ojos que acababan de hacerme el amor con locura.
Sin duda, fué un primer encuentro con una nueva vida...

(Segunda parte: "Un recuerdo entre mis sábanas")

Read More